El plan de Axel Kicillof para ampliar su triunfo en la provincia de Buenos Aires

Axel Kicillof se prepara para volver a la ruta, a las visitas de campaña y a los actos políticos. En su hoja de ruta tiene anotado 25 distritos que no pudo visitar antes de las PASO y a los que intentará ir en los dos meses que quedan antes de las elecciones generales. En el equipo del economista aseguran que tienen una frase tatuada en sus cuerpos que recién se borrará  el 28 de octubre: «Nadie se relaja».

El candidato del Frente de Todos no se mueve como si ya fuera un gobernador electo. No tiene intenciones de imitar a Alberto Fernández. Otro estilo. Otro lugar en el mapa político. Se aferró a los tres pedidos que les hizo a los intendentes del PJ durante el encuentro del último miércoles en Avellaneda: humildad, compromiso y responsabilidad. Recién asomará la cabeza el jueves, cuando vuelva a subirse al Renault Clio y ponga en marcha el segundo tramo de la campaña.

Hay un objetivo claro en el búnker K. Buscarán ampliar el triunfo logrado en las PASO, aumentar el poder territorial en la provincia y concretar una ola de victorias que, entre todas, empujen hacia arriba la boleta que integran Alberto Fernández y Cristina Kirchner.

Actualmente el peronismo gobierna en 62 municipios, teniendo en cuenta los intendentes del PJ Bonaerense y los del Frente Renovador. En las elecciones primarias logró ganar en 88 distritos. Si repite el resultado o lo mejora, el peronismo se quedará con cerca del 70% de los municipios bonaerenses.

En agosto el Frente de Todos ganó en 29 municipios donde gobierna Juntos por el Cambio y aumentó sus chances de multiplicar su poder territorial en la provincia. Se trata de cuidar los votos obtenidos y convencer a los que no fueron a votar. Ahí parece estar la clave.

En la primera sección electoral ganó en Luján, General Rodríguez, Morón, Pilar, Suipacha, Tres de Febrero. En la segunda lo hizo en Carmen de Areco, Baradero y San Pedro. En la tercera logró la victoria en Berisso, Bransen, Lanús, Presidente Perón, Quilmes y San Vicente.

En la cuarta ganó en Bragado, Carlos Tejedor, Chacabuco, Florentino Ameghino, General Viamonte, Junín, 9 de Julio y Rivadavia. En la quinta sección lo hizo en Las Flores y Mar Chiquita. En la sexta ganó en Coronel Suárez, Carmen de Patagones, Saliqueo. Además, ganaron en La Plata.

Tanto en el búnker de Kicillof como en el peronismo bonaerense se ilusionan con protagonizar una elección histórica que sea equiparable con la que Cristina Kichner y Daniel Scioli lograron en el 2011. El ex gobernador sacó el 55% de los votos en la provincia. El actual candidato obtuvo en las PASO el 52% de los votos.

El esfuerzo del economista estará puesto en tres recorridos diferentes. Visitará los municipios a los que todavía no fue, las localidades que gobierna el oficialismo, pero en las que ganó el peronismo, y los distritos en los que el Frente de Todos perdió por pocos puntos.

En el último encuentro que Kicillof tuvo con los intendentes, les pidió dedicarle tiempo a la campaña, profundizar las actividades en los próximos sesenta días y ser responsables en las expresiones públicas. Quiere lograr una victoria aún más potente que la que obtuvo hace un par de semanas y necesita articular cada pieza de su armado electoral.

En las oficinas de calle Piedras, donde el ex ministro de Economía tiene su búnker, dividieron los municipios en tres grupos. Hay 70 distritos donde el triunfo es irreversible, 20 en los que se debe consolidar la victoria que alcanzaron y 21 en dónde se puede dar vuelta la elección porque el peronismo perdió por pocos puntos. El último grupo está en la lista de prioridades de Kicillof.

En la hoja de ruta hay tres ciudades clave para la elección a las que Kicillof volverá: La Plata, Mar del Plata y Bahía Blanca. Son los tres municipios más grandes del interior bonaerense y en los que el peronismo espera generar una sorpresa con el resultado. Las expectativas se multiplicaron después del abultado resultado en las elecciones primarias.

En la mesa chica del economista tienen un lema: «La provincia se gana con el Conurbano, pero la diferencia se logra con el interior». Con esa hipótesis se ha movido el candidato a gobernador durante estos últimos meses. Lo seguirá haciendo en el camino hacia octubre. No lo deja tranquilo haber sacado una amplia diferencia en el conurbano. Considera que todavía tiene margen para crecer y para que el peronismo gobierne la mayor parte de la provincia de Buenos Aires.

«La presencia en el interior y el recorrido por los pueblos más chiquitos nos ayudó a romper la barrera que existía con el kirchnerismo en esa zona de la provincia», analizó uno de los dirigentes de contacto diario con el economista. En ese puñado de palabras queda expuesto el interés del candidato a gobernador por insistir con la presencia en localidades pequeñas donde el electorado es reducido. Todo suma.

Además, sostienen que las PASO se ganaron, en gran medida, porque Kicillof puso la cara en todos los municipios, escuchó críticas y buscó acercarse a la gente que no empatizaba con el kirchnerismo, pero que había sufrido los coletazos de la crisis económica desatada durante el gobierno de Mauricio Macri. Presencia pura.

Ampliar la cantidad de votos servirá también para potenciar la candidatura de Alberto Fernández. El economista quiera empujar la boleta presidencial desde la provincia con el objetivo de que la elección se termine en la primera vuelta. Entiende que el esfuerzo mancomunado y el trabajo con sintonía fina le permitirá al Frente de Todos lograr un triunfo contundente.

Quedan dos meses. Un camino largo por recorrer y un resultado que parece irreversible. Parece ser solo una cuestión de tiempo.

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