Alberto ya ganó, pero el resultado del domingo definirá dos claves centrales de la política Argentina
Por Alejandro Agüero
Alberto y Cristina son lo mismo, o por lo menos construyeron una sociedad política inexpugnable a corto y mediano plazo, y en este sentido el análisis del resultado del domingo no debe pensarse en torno a la legitimidad que pueda construir el candidato del Frente de Todos de cara a una hipotética tensión con su compañera de fórmula.
Por el contrario, el resultado de la elección con la que Alberto Fernández pasará de candidato a presidente electo arrojará claves que condicionarán dos enigmas del tablero político. El primero tiene que ver con la transición y el costo del ordenamiento de la economía; y el segundo es un interrogante más a mediano plazo relacionado con el posmacrismo y el rediseño de la oposición.
Surge un fetiche para varios analistas, si Alberto supera el 54% de los votos el domingo no solo tendremos por delante a un presidente electo, sino que también la política argentina verá nacer al “Albertismo” como algo distinto del cristinismo. Seguramente quienes alientan esta tensión en el Frente de Todos realizarán una lectura de esas características, como cuando decían que Fernández era solo un delegado de Cristina, pero lo cierto es que el porcentaje que obtenga AF condicionará la transición y el futuro de la oposición.
Es que a partir del próximo lunes y hasta el 10 de diciembre la Argentina entrará en un período crítico bajo una serie de complejos interrogantes: ¿quién asumirá el costo de racionalizar la economía? ¿Quién se hará cargo entonces de apretar más el CEPO para frenar la pérdida de reservas? ¿Quién pagará el costo de un nuevo salto del tipo de cambio luego del impase electoral que lo congeló en $60 por más de 70 días?
Si el Frente de Todos extiende la ventaja obtenida en las PASO rompiendo la barrera simbólica de los 20 puntos, toda la presión caerá sobre un Mauricio Macri que atravesó la segunda parte de la campaña con el objetivo de retener su electorado e ir en búsqueda de nuevos votantes para intentar la proeza de achicar la distancia sobre Alberto Fernández.
Si por el contrario la diferencia es del orden de los 10 puntos habrá posmacrismoy la oposición será hegemonizada por el actual presidente. En tal sentido, Macri rechazará licuar su capital político durante la transición y trabajará para que la herencia la pague el que sigue.
Esto lo saben Larreta y Vidal. Otro estímulo más para que el domingo la boleta corta se imponga en el cuarto oscuro porque el jefe de gobierno de la ciudad buscará ser el garante de una nueva oposición con capacidad de coordinación con la Casa Rosada. Difícil pensar en Macri para construir un diálogo fluido con Alberto Fernández que garantice recursos para provincias como Corrientes y Mendoza más allá de la verborragia del radical Alfredo Cornejo.
Si las PASO definieron la elección, la general ordenará el contorno de la transición y por consecuencia el paisaje de la próxima oposición. Última apreciación a modo de interrogante: ¿La próxima oposición será alentada y digitada desde el despacho presidencial? La campaña porteña, quizás, nos da una pista para alumbrar este enigma.